La industria de la seta en Cataluña ha logrado un hito clave para diversificar su oferta y poder abarcar mercados y cocinas con ocho especies no cultivadas antes o cultivadas solo con cepas foráneas. Se trata de variedades lignícolas ?es decir, que crecen sobre la madera y los troncos de los árboles? como la lengua de buey (Fistulina hepatica) o el políporo gigante (Meripilus giganteus), bien arraigadas a la cultura buscadora de setas, pero hasta ahora limitadas a la estacionalidad y la productividad natural de nuestros bosques. Abrir el camino a su eventual comercialización ha sido posible gracias a un grupo operativo participado por el Institut de Recerca i Tecnologia Agroalimentàries (IRTA), que ha establecido las condiciones adecuadas para el cultivo de cada una de las ocho especies. Además de las mencionadas, estas incluyen la seta de chopo (Agrocybe aegerita), la pipa (Ganoderma lucidum), el políporo frondoso (Grifola frondosa), el liófilo agregado (Lyophyllum decastes), la seta de cardo (Pleurotus eryngii) y la seta de espalda de faisán (Polyporus squamosus).
Después de dos años de investigación, los primeros cultivos de setas comestibles autóctonos «ya están listos para la producción comercial con garantías de éxito», asegura el investigador del programa de Protección Vegetal Sostenible de IRTA, Joan Pera. La cooperativa agraria TEB Verd, impulsora del proyecto, será la encargada de hacerlo bajo la marca Bolet Ben Fet. La lengua de buey, el liófilo agregado y la seta de espalda de faisán serán los primeros en llegar el mercado, previa aprobación por las autoridades competentes en seguridad alimentaria.
El proyecto comenzó con una prospección de campo y una recolección de hongos lignícolas de los bosques por parte de la Sociedad Catalana de Micología, a partir de una lista de candidatos potenciales por su valor gastronómico y ecológico. A partir de los ejemplares recogidos, los investigadores de IRTA hicieron el aislamiento en cultivo puro de un banco de un centenar de cepas de catorce especies. Con esta muestra se pudieren testar los métodos de producción de inoculo (la semilla de los hongos) y las condiciones óptimas de cultivo de cada especie. «Diseñamos una mezcla de trigo, centeno, sorgo y agua idónea para la producción de semilla en casi todas las cepas», explica Pera. Su equipo ensayó después las posibilidades de cultivo de estas semillas y determinaron las condiciones estándares en ocho de las especies estudiadas.