La Asociación Empresarial de Fruta de Cataluña (Afrucat) agrupa alrededor de un 40 % de la fruta de hueso de España, el 55 % de pera y el 65 % de manzana. Su director general, Manel Simón, asegura que sus empresas van a invertir en cuatro años 370 M€, un 38 % para mejorar su competitividad mediante la automatización y la robotización y un 26 % a afrontar el cambio climático.
¿El sector de la fruta dulce cuenta con buena salud?
El sector es muy amplio y cada fruta es un mundo diferente. Tenemos que diferenciar la fruta de hueso (melocotones, nectarinas, paraguayos) de la de pepita (manzanas y peras). En fruta de hueso Cataluña es un territorio muy fuerte por nuestras condiciones edafoclimáticas. Su producción se adapta muy bien y somos capaces de hacer un producto de muy alta calidad y que aguanta muy bien el proceso logístico.
Nuestros productores son muy eficientes. Esto es muy importante porque los precios de la mano de obra y de la energía han subido y hay que continuar siendo competitivos. Por climatología y por profesionalidad, en la fruta de hueso, salvando campañas excepcionales, gozamos de una salud excelente comparado con otras zonas de producción.
Lideran la exportación de melocotón.
Somos el primer país exportador del mundo en melocotones y nectarinas y, dentro de España, lideramos desde Cataluña la exportación. Nuestras empresas comienzan comercializando en los mercados fruta de las zonas más precoces de Andalucía y Murcia.
¿Qué porcentaje de melocotón exporta Cataluña?
Cataluña representa alrededor de un 40 % de la producción de melocotones y nectarinas de España y estaremos comercializando del 45 al 50 %, e insisto en que somos muy competitivos, en especial en esta fruta. Italia está bajando su producción y Francia en los últimos años ha bajado su capacidad productiva a la mitad, básicamente porque somos mucho más competitivos. No entra importación, somos netamente exportadores.
Digo esto por algunas sabias lenguas ecologistas o medioambientalistas, que dicen que deberíamos pro- ducir solamente lo que consumimos. Hay países que no pueden producir nectarinas y también quieren comprar.
¿Y en manzana y pera?
Nuestro reto es el mercado nacional. En manzana y pera prácticamente casi la mitad de lo que se consume en este país es de importación. El origen de las peras es mayoritariamente Bélgica y Holanda en el caso de la variedad Conference; la Rocha llega de Portugal, y las manzanas proceden de Italia y Francia, por la franja alta de posicionamiento de precios. En los últimos cinco años estamos viendo posicionamientos por la franja baja de Polonia y Portugal.
¿Empresas exportadoras catalanas también importan?
Nuestras empresas productoras solamente importan cuando falta producción. Siempre digo que lo importante es la sensibilidad del consumidor. Tenemos mucho ganado si somos capaces de concienciar y sensibilizar al consumidor, que se fije en el origen y que priorice la proximidad siempre que sea posible.
¿Se ha notado algún efecto de la Ley de la Cadena Alimentaria?
Yo diría que no, porque creo que hay lagunas y dudas prácticas. La Ley es una obligación y nosotros creemos que la estamos cumpliendo. El último paso que se dio con la misma es el registro de los contratos y nuestras empresas lo están haciendo. Lo que pasa es que tenemos un mercado que se llama Europa.
Cuando una empresa tiene relación con una de otro país puede escoger la legalidad de uno de los dos. Imaginémonos que el precio del mercado de la pera del mercado europeo baja hasta extremos que estén por debajo de nuestro coste de producción. En España, en la venta, se tiene que asegurar que se cubre el coste de producción. Cuando vendemos a alguien de Europa, si nos indexamos ese contrato a la legislación del otro país no se tiene por qué cumplir esta norma española. Imaginemos que baja el precio hasta un nivel que estemos por debajo de nuestro coste de producción. Si no podemos vender, ¿qué hacemos con ese producto?
Lo único que tenemos es la herramienta de la retirada del producto dentro de las Organizaciones de Productores Hortofrutícolas, pero no todo el sector es una OPFH y la Ley de la Cadena Alimentaria afecta a todas las empresas y a toda la cadena. Además, la retirada de producto a beneficencia o para com- postaje está limitada, porque la tiene que autorizar el Ministerio de Agricultura y porque su coste está limitado a un porcentaje del programa operativo.
Qué hace una empresa que no es OPFH? Si baja el precio de mercado y sus costes están por encima, ¿tenemos que tirar el producto? A esto nadie responde. Necesitamos que, como no hay una respuesta coherente en situaciones que son probables, haya un marco europeo que nos regule y que no propicie la competencia desleal entre países porque unos sean más estrictos que otros.
“Tenemos previsto en cuatro años invertir 370 M€ en seis retos. El incremento de nuestra competitividad mediante la automatización, robotización y mejora de los procesos se llevará un 38 % de las inversiones y a cambio climático destinaremos un 26 %”.
¿La nueva normativa de envases y residuos de envases también les preocupa?
Este es otro guirigay. Es como si fuese una competi- ción de los países de la Unión Europea, a ver quién va a ser más “verde”. Dentro de esta competición cada uno legisla y al final quién paga la fiesta son las empresas de la cadena alimentaria.
Comenzó Francia a legislar y le siguió España. De momento, la legislación francesa se ha parado y la española avanza. Nuevamente necesitamos de un marco europeo que no sea más estricto en cada país miembro.
En este sentido, ¿qué plantea el sector?
Nosotros creemos que se deberían marcar unos plazos transitorios, ver las alternativas de envases y que los productores y los proveedores de materiales se pue- dan adaptar. El debate se centra en si se incluyen a todos los envases de plástico o quedarían excluidos los de plástico biodegradables.
Pero como “mente verde” que tenemos, desde Afrucat no decimos que no a esta regulación. Lo que pasa es que la Ley dictamina que las frutas y hortalizas en formatos de menos de un kilo y medio vayan obligatoriamente a su venta a granel, sin envase, y sin éstos a las frutas y hortalizas no les vamos a dar la posibilidad de diferenciarse.
Desde Europa potenciamos ahora esta diferenciación desde los ámbitos gubernamentales y políticos. Promocionamos denominaciones de origen, indicaciones geográficas protegidas e invertimos en innovación, en nuevas producciones, en marca.
En su día, una parte del sector invirtió en una nueva variedad de manzana, la Pink Lady; también en paraguayos, y creamos una marca que se llama Oki, y ahora resulta que las frutas y hortalizas tienen que ser un commodity indiferenciado. Vamos a luchar contra cualquier normativa que lo intente.
¿Han presentado alegaciones?
A los borradores de la Ley que ya están publicados hicimos alegaciones. Hay un punto en el cual se contemplan excepciones y nosotros hemos presentado las que creemos que deberían ser. Pero independientemente de la Ley española, pensamos que no tiene que haber una normativa nacional, ni francesa ni alemana, que nuestro mercado es toda Europa.
De otra manera, ¿vamos a tener que producir o envasar en función de lo que nos dejen en un país o en otro? Esto me recuerda a cuando antes de homologar los límites máximos de residuos a nivel comunitario, cada país tenía el suyo.
Tiene que haber una directiva comunitaria, pero no más exigente en cada país, porque estamos poniendo palos en las ruedas a las empresas y productores.
¿Qué retos tiene el sector?
Tenemos un plan de inversiones que resumimos en seis pilares: el primero es el de las energías renovables. Ya estamos invirtiendo en placas fotovoltaicas para intentar tender al autoconsumo.
En paralelo a estas inversiones de las centrales fru- tícolas en sus tejados, hacemos compras conjuntas de electricidad mediante subastas y estamos hacien- do pruebas de paneles fotovoltaicos encima de las plantaciones. Esto no es posible en todos los lugares, porque debes tener un punto de consumo cercano y porque hay variedades de fruta a las que no les va bien que las restrinjamos el sol.
Otro pilar es seguir avanzando en temas de control digital y el tercero sería la productividad. El objetivo es mejorar la calidad, la automatización de nuestros procesos, por ejemplo, mediante robotización. La automatización nos va a permitir mejorar la calidad de los procesos, no ser tan dependientes en necesidades ingentes de mano de obra, porque nos estamos encontrando con muchos problemas en este sentido, y también hacer más atractivo nuestro sector a los jóvenes.
¿Cuáles serían los restantes retos?
El cuarto, la resiliencia. Tenemos que seguir apos- tando en protección de nuestros cultivos contra las inclemencias climáticas, sean con redes de protección antigranizo, sistemas anti heladas, ventiladores o riego por aspersión. Y el quinto, la integración social. Si tenemos que salir a buscar personal no lo vamos a encontrar en España. Hay algunos perfiles de parados que no van a ir al sector agrícola. La respuesta a las ofertas es muy baja.
“La previsión de cosecha de manzana en esta campaña en Cataluña será un 22 % superior a la de 2022; la de pera, un 31 % mayor que la del pasado año, según Afrucat”.
Creemos que para solucionar esta falta de personal hay que incrementar esas cuotas de contratos en origen que nos permite el Gobierno, y, si tenemos que incrementar esos cupos, hay que aumentar el número de alojamientos.
El sexto reto que falta es el más importante: el cambio climático. Básicamente, estamos intentando investigar nuevas variedades que se adapten mejor a nuestra actual situación climática.
En resumen, tenemos previsto en cuatro años invertir 370 M€ en estos seis pilares. El incremento de nuestra competitividad mediante la automatización, robotización y mejora de los procesos se llevará un 38 % de las inversiones, a cambio climático destinaremos un 26 % y a energías renovables, un 20 %.