El envejecimiento de la población y la insuficiencia del relevo generacional en las explotaciones agrarias es el problema central del futuro de nuestro sector agrario.
Sin embargo, por mucho que lo repitamos, este asunto no va a dejar de abordarse, porque llevamos todos los años del presente siglo y de muchos atrás del anterior haciendo hincapié en lo mismo sin que las soluciones que se han puesto sobre la mesa y que se han ido implementando hayan resuelto un problema que sigue y seguirá vigente con más urgencia en los años venideros.
Por eso, una vez más hay que aplaudir el proyecto de resolución sobre “El relevo generacional en las explotaciones agrícolas del futuro de la UE”, de la ponente y eurodiputada portuguesa Isabel Carvalhais (S&D), adoptado el pasado 19 de septiembre por la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural (ComAgri) del Parlamento Europeo por una mayoría de 43 votos a favor, 0 votos en contra y una abstención, y en el que se insiste en que apoyar a los jóvenes eliminando barreras para acceder a la agricultura es clave para el futuro de este sector y del medio rural.
El proyecto, cuyo debate en el Pleno de la Eurocámara está previsto el 18 de este mes de octubre, destaca que las zonas rurales, la seguridad alimentaria de la UE y el futuro de la agricultura dependen del relevo generacional. Y por ello se demandan políticas públicas que creen ingresos justos y dignos, así como una calidad de vida para los agricultores y sus familias, como condición previa para atraer a los jóvenes al sector agrario.
El relevo generacional es clave para la sostenibilidad social, económica y medioambiental de las zonas rurales y para la autonomía alimentaria de la Unión, así como para el futuro de la agricultura y el modelo tradicional de agricultura familiar.
Como contraparte al muy bajo nivel de relevo intergeneracional en la agricultura, el texto aprobado señala también que es más probable que los jóvenes agricultores y los nuevos entrantes en el sector introduzcan ideas empresariales innovadoras y apliquen métodos de explotación agrícola sostenible.
En este contexto, el declive demográfico es más pronunciado en las poblaciones rurales y en los agricultores que en otros sectores de la sociedad. En 2020, casi el 58% de los administradores o jefes de explotación agraria tenía ya 55 años o más en la Unión Europea.
En el caso español, según un análisis más pormenorizado realizado por el MAPA del último Censo Agrario 2020, del Instituto Nacional de Estadística (INE), el 41% de los jefes de explotación contaba ya con más de 65 años, mientras que sólo el 8% tenía menos de 40 años, destacando que el envejecimiento de la población agraria es ya un hecho generalizado en todas las regiones.
Sin embargo, en algunas de ellas, como Asturias o Cantabria, presentaban una situación algo más aliviada, en especial en ésta última, donde los jóvenes (igual o menos de 40 años) duplicaban la media nacional (16%), mientras que los mayores de 65 años eran el 21% del total de los agricultores.
En el extremo opuesto, se situaban la Comunidad Valenciana, Galicia, Comunidad de Madrid e Islas Baleares, con cifras cercanas a la mitad de los jefes de explotación mayores de 65 años.