¿Quién no relaciona el verano con el consumo de dos frutas tan emblemáticas como el melón y la sandía? "En tiempos de melones, cortos los sermones" avisaba un dicho hoy en desuso, relacionando su consumo con la pereza que a veces genera el bochorno del estío en muchas zonas de España.
Su importancia agronómica para nuestro país la refleja el dato de que en el pasado año se cultivaron, según las últimas cifras facilitadas por el Ministerio de Agricultura, 19.193 hectáreas de esta fruta, aunque su superficie ha descendido año tras año desde las 28.561 ha que se contabilizaron en el 2012. En cuanto a la producción, el pasado año se elevó a 683.391 toneladas, con una media en los últimos cinco años de 758.134 t, y sus exportaciones coparon casi el 60 % de la misma: 405.303 t. Entre las numerosas variedades cultivadas (rochet, charentais, tendral, amarillo, galia?) hay una que se lleva la palma en términos de éxito comercial para el consumidor local: el melón piel de sapo, que tiene como principales zonas de cultivo comarcas como Torre Pacheco en Murcia o la provincia de Ciudad Real (Castilla-La Mancha). No obstante, en nuestro país hay instituciones muy activas en la creación de un banco de datos histórico sobre semillas de melón, como el IMIDRA en la Comunidad de Madrid, y empresas que investigan continuamente para crear variedades más evolucionadas y rentables.
Todos los esfuerzos que se están realizando desde diferentes enfoques (más tradicionales, más innovadores) para ofrecer melones de mayor calidad tienen un objetivo común: evitar esa negativa sensación que a veces los consumidores tienen cuando abren un melón y se encuentran con un producto sin sabor, sin dulzor y, en ocasiones, falto de maduración.
En España se cosechan melones desde mediados de abril hasta noviembre en las distintas zonas productoras. Almería se ha especializado en surtir, de abril a junio, al norte de Europa con variedades tempranas y extratempranas cultivadas en invernadero. Le sigue Murcia, que recoge de junio a agosto, y antes de finalizar su campaña comienza la cosecha en Ciudad Real, la mayor provincia productora de melón, especializada en la variedad piel de sapo, que se cosecha de julio a octubre. La elección del melón como fruta de consumo diario durante su temporada tiene una importante justificación: sus cualidades nutritivas.
Según la Fundación Española de la Nutrición, el melón ofrece cinco beneficios muy atractivos para los consumidores preocupados por su bienestar: su carácter diurético permite ayudar a eliminar líquidos, contiene una importante dosis de minerales, ofrece un aporte extra de provitamina A que protege el organismo contra las cataratas y las enfermedades cardiovasculares y, por último, pero no por ello menos importante, es una fruta con gran cantidad de agua, baja en azúcares y con un aporte calórico mínimo.
1. Coger el melón con las manos y darle pequeños golpes en un lateral para comprobar su firmeza.
2. Observar las rayas presentes en la piel del melón: si estas tienen entre 1 y 3 milímetros de grosor podemos estar ante un melón de buena calidad.
3. Tocar uno de los extremos del melón e intentar presionarlo: si el melón se muestra un poco blando es sinónimo de que guarda mucho dulzor en su interior.
4. Si al abrirlo muestra un color demasiado verde quiere decir que no está en su punto de maduración.
5. Agitar un poco el melón para notar su consistencia: será una buena señal.
6. Olfatear uno de los dos extremos; si desprende un olor fresco, el melón tiene muchas posibilidades de ser muy bueno.
Pero si hay alguna otra fruta que consiga hacer sombra al melón durante la temporada estival, esta es la sandía, grande en tamaño y en poder refrescante y compuesta en un 99 % por agua.
Es decir, puros bocados de hidratación. Hace cuatro mil años ya se cultivaba la sandía en el valle del Nilo, y se calcula que alrededor de mil años atrás fue conocida en Asia, mientras que en Europa su presencia se documenta desde hace siete siglos.
La evolución del cultivo de la sandía en España ha pasado de las 18.942 hectáreas que había en el 2012 a las 20.102 ha que estima el MAPA que se registraron en la campaña pasada. Su producción en el 2018 se situó en 1.077.433 toneladas y sus exportaciones, en 861.953 t, nada menos que un 80 % de su producción en ese año.
Se tiene constancia de más de cincuenta variedades de sandía para consumo, que se clasifican en función de la forma de sus frutos, el color de la pulpa, el de la piel, el peso, el período de maduración, etc.
Las sandías cultivadas al aire libre florecen entre finales de primavera y principios de verano, por lo que los frutos están en su punto óptimo de sazón a lo largo de todo el verano y principios del otoño. No obstante, la sandía también se cultiva en invernadero, por lo que es fácil disponer de ella a lo largo de todo el año.