Las actividades agropecuarias irrumpen con cada vez más frecuencia en el debate social, económico y político. El sector afronta importantes desafíos que condicionan nuestros hábitos de alimentación, nuestra relación con el entorno y con el medio ambiente.
En un contexto de oportunidad, con una demanda de alimentos que se estima que se incremente en un cincuenta por ciento, encontramos también importantes desafíos entre los que destaca la presión de costes de producción que no cesa. A esto se le suma la dificultad de encontrar mano de obra cualificada, la exposición a las condiciones extremas derivadas del cambio climático, o la necesidad de asumir regulaciones medioambientales, sanitarias, y de bienestar animal.
La agricultura de precisión y la industria 4.0 crecerán y se estandarizarán en los procesos productivos del sector. La tecnología permitirá medirlo todo a través de sensores interconectados, que emitirán información en tiempo real y desde cualquier parte. En la ganadería, la monitorización del ganado se traduce en enormes posibilidades de adaptar su alimentación de acuerdo con sus características o su estado de salud. Estos avances serán necesarios para racionalizar el uso de antibióticos, que se postula como uno de los desafíos más inmediatos ante el peligroso avance de bacterias resistentes.
En pocos años tendremos máquinas trabajando en el campo sin operario en cabina. Los niños verán los tractores autónomos con la misma naturalidad con la que hoy percibimos los tractores con motor. Los libros de historia incorporarán este hito al nivel del de la máquina de vapor o los motores de combustión interna.
Según datos del INE, el 95% de las empresas del sector agroalimentario español son pymes, de las cuales el 80% tiene menos de 10 trabajadores. Viviremos cambios en los tamaños de estas explotaciones, que tenderán a concentrarse y agruparse para poder dotarse de recursos, conocimiento, dimensión y tecnología.
Necesitarán ser más grandes y flexibles para ganar sinergias, ser más eficientes y competir con éxito en un sector lleno de oportunidades pero que no dejará de ser muy competitivo. Estos modelos estarán sometidos a regulaciones muy exigentes en materia medioambiental, en las que de nuevo necesitarán tecnología como clave de competitividad, supervivencia y eficiencia.