En estas últimas semanas se ha producido toda una avalancha informativa en relación al bloqueo ruso a la iniciativa “Granos del Mar Negro”, mediante el cual Ucrania tenía garantizado la exportación de cereales, oleaginosas y otros derivados a través del corredor marítimo de tres de sus puertos (Odessa, Chornomorsk y Yuzhny/Pivdenny).
El pasado 17 de julio, el Kremlin decidió poner suspender su participación, como ya había venido anunciando, en el acuerdo que, tras la invasión rusa, permitía esas exportaciones y que fue negociado un año antes con la intermediación de Naciones Unidas y Turquía, para aliviar la crisis alimentaria mundial, principalmente de los países menos desarrollados, y garantizar la salida del cereal de Ucrania, uno de los principales operadores de granos en el mercado internacional.
La confirmación oficial de la noticia, no por esperada, así como los posteriores ataques rusos con misiles y drones contra infraestructuras portuarias y silos de almacenamiento de grano de Ucrania, está creando bastante tensión e incertidumbre, porque no se sabe cómo ni cuándo puede acabar esta situación. Una incertidumbre tanto a nivel mundial, como nacional, pues España es uno de los principales destinos de los cereales y oleaginosas, sobre todo girasol y derivados, de este país del Este de Europa.
Al margen de lo que pueda pasar en las semanas sucesivas, una de las primeras consecuencias ha sido el efecto “rebote” que tuvo el fin del pacto sobre los precios de los cereales, que venían cayendo desde el inicio de la anterior campaña 2022/23, debido precisamente a la entrada en vigor de ese acuerdo y a las buenas perspectivas de cosecha mundial en la nueva campaña de comercialización 2023/24.
El fin del acuerdo y los ataques rusos sobre las terminales portuarias de la ciudad de Odessa, principalmente, provocaron de inmediato incrementos de precios en el trigo a nivel mundial. Esos aumentos en los mercados europeos fueros debidos también a la sequía y a las olas de calor que se han extendido en muchas zonas de Europa y que podrían reducir los rendimientos productivos del cereal de invierno y del maíz.
A pesar de estas subidas, los precios del trigo solo han llegado a niveles de principios de abril, pero poco más, mientras que los de maíz, tras subir por la noticia en Europa, se orientaron incluso a la baja en el CBOT de la Bolsa de Chicago, ante la previsible mejora de los rendimientos en las zonas productoras de Estados Unidos y la cosecha récord en Brasil. Haría falta un periodo de tiempo más largo para ver si se confirma esta tendencia alcista o si solo se trata de un rebote circunstancial de los precios de estos cereales.
La suspensión del acuerdo de exportación de granos ucranianos supone de entrada que se pierde, si no totalmente, sí en buena parte, a uno de los principales abastecedores de cereales y girasol del mercado español en la primera parte del año.
En el caso de España, más de la mitad del grano importado de Ucrania desde entonces fue maíz, con cerca de 3,1 Mt (51,6%); un 38,5%, trigo, con 2,3 Mt; otro 6,4%, cebada, con casi 383.000 t; un 0,8%, soja, con 47.865 t, y un 2,73%, de girasol y derivados (harina, pipa y aceite), con 163.400 toneladas en total.
La posible pérdida de las materias primas de uno de nuestros principales suministradores de grano (primer abastecedor de maíz y girasol, y uno de los más importantes en trigo) se produce cuando la cosecha española es la más baja de hace más de 30 años, con apenas 10 millones de toneladas, cuando para atender la demanda interna de consumo, sobre todo de alimentación animal, será necesario importar un récord de entre 24 y 26 millones de toneladas en la campaña actual.