Dado que “cuidar lo que comes se puede convertir en un hábito y no en ese esfuerzo extra que toca hacer un par de veces al año”, la profesora de la Universidad Nebrija defiende una forma “simple, eficaz y sostenible” de comer mejor. En esta propuesta, leer las etiquetas supone una estrategia “eficaz” para adquirir mejores alimentos y cuidar nuestra alimentación. “Sin embargo, tendemos a fijarnos más en los reclamos frontales de los productos que consumimos ('natural´, '0% grasas o azúcares´, 'rico en…´) que en la lista detallada de ingredientes. Estos reclamos son con frecuencia engañosos y tienen un objetivo claro, que adquieras el producto con la sensación de que es saludable, algo que, sin embargo, no suele ser del todo cierto. Por ejemplo, el clásico '0% azúcares´ suele acompañar a productos con alto contenido en edulcorantes, que sustituyen al azúcar no añadido y que son igual de poco nutritivos y perjudiciales para la salud que este”, advierte Esther Martínez Miguel.
El etiquetado nutricional tiene dos partes: la lista de ingredientes y la tabla de información nutricional. Como primera estrategia, prestar atención a la lista de ingredientes es “mucho más interesante, porque es más sencilla de interpretar, y nos va a permitir distinguir de forma ágil y rápida entre alimentos y productos”. A su juicio, esta práctica hará que nuestro carro de la compra y nuestras ingestas diarias estén llenas de alimentos naturales y alimentos mínimamente procesados."