La mejora del rendimiento del sector vitícola desde una perspectiva multidisciplinar es uno de los objetivos que persigue el Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl). Son muchos los factores que influyen en el correcto desarrollo del viñedo: la frecuencia de riego, el perfil del suelo, la influencia de las lluvias de invierno o el correcto manejo de la superficie foliar son determinantes para el crecimiento de la planta y la calidad de la uva.
En este marco, la Consejería de Agricultura, Ganadería y Desarrollo Rural comenzó hace casi tres años un proyecto encaminado a la mejora de la producción y la calidad de la variedad tempranillo, conducida en espaldera, en la Denominación de Origen Ribera del Duero. El objetivo de este estudio es mejorar la gestión hídrica a través de distintas frecuencias de riego estival deficitario y de riego de invierno, así como por medio de técnicas de manejo de la superficie foliar del viñedo, para incrementar la eficiencia en el uso del agua, regular la producción, optimizar el microclima de la cepa y aumentar la calidad de la uva, considerando los efectos que el incremento de temperaturas en los últimos años tiene sobre la viticultura.
Este estudio se enmarca en el proyecto ‘Gestión hídrica y agronómica anual en variedades tintas de vid para mejorar su manejo productivo y cualitativo y disminuir los efectos del cambio climático’, que se centra en las variedades de uva tinta Garnacha, Tempranillo, Syrah y Mencía en distintas zonas vitícolas del país. Financiado por el Plan Estatal de Investigación Científica y Técnica y de Innovación, el proyecto está coordinado por el Centro de Investigaciones Científicas y Tecnológicas de Extremadura (Cicytex) y cuenta con la participación, además de Itacyl, del Instituto Técnico Agronómico Provincial de Albacete (ITAP) y la Universidad de Santiago de Compostela (USC).
Gestión de riego deficitario
En Castilla y León los trabajos se centran en la variedad Tempranillo en una triple vertiente. Por un lado, se están analizando aspectos relacionados con el régimen hídrico del viñedo y viendo cómo influyen las distintas frecuencias y periodos de riego en el desarrollo de la planta. No sólo desde el punto de vista de la gestión eficiente del agua, sino también teniendo en cuenta aspectos como la fenología de la vid, su proceso de maduración o el rendimiento y la calidad de la uva.
Se han aplicado tres tratamientos experimentales con distintas frecuencias de riego para definir qué ventajas aporta cada una de ellas al viticultor y se han observado resultados interesantes, aunque será el perfil del suelo el que determine la mejor estrategia, por lo que es fundamental que el viticultor analice y evalúe este factor para tomar la decisión más adecuada para su viñedo.
Por otro lado, se está analizando la influencia del agua disponible para el viñedo en la época de brotación, simulando la ocurrencia de lluvia abundante de invierno en el comportamiento del viñedo, con el objetivo de dar respuesta al planteamiento de cierta parte del sector vitivinícola, que considera que el viñedo no necesita riego a lo largo del verano. Así, se han planteado distintos tratamientos experimentales a través de la recarga hídrica del perfil del suelo antes de la brotación de la planta y se ha demostrado que, aunque hasta el inicio del verano las plantas que no han sido regadas previamente aguantan bien, la limitación de las características del suelo puede hacer que se resientan fisiológicamente; frente a lo que sucede cuando se aplica riego con frecuencia semanal durante el verano. Esto demuestra que, aunque se pueda partir de una situación hídrica muy favorable, esta no garantiza el adecuado desarrollo del viñedo a lo largo de toda la campaña.