La globalización ha transformado la vida de miles de millones de personas. La población mundial con acceso a bienes de consumo es hoy tres veces mayor que a mediados del siglo pasado. Hasta el 2050 creceremos en 1.500 millones y llegaremos a más de 9.000 millones de personas. Las necesidades alimentarias aumentarán un 70 % con respecto a las actuales. La tierra cultivable disponible, en los últimos 50 años, se ha reducido a la mitad con respecto a la población y seguirá con esa tendencia. El Grupo navarro Ahedo, en su empresa de producción de leche La Travesía, realizó en el 2011- 2012 un proyecto con el CDTI y el Gobierno de Navarra, para investigar e innovar en la nutrición de la vaca, buscando optimizar el uso de los recursos naturales. La nutrición no solo es el mayor coste productivo de la leche, es también el área con mayor consumo de recursos naturales. El proyecto llamado Dynamic Feeding optimiza los nutrientes que cada vaca necesita cada día y, por tanto, haciendo mejor uso de los recursos naturales no solo mejora el rendimiento económico, sino que también reduce el impacto medioambiental. Punto de partida En los años 80 apareció en la producción de leche una tecnología disruptiva en la nutrición de la vaca de leche: la ración total mezclada (RTM). Esta tecnología ofrece a las vacas una dieta equilibrada en todos los nutrientes las 24 horas del día, mezclando los forrajes con los concentrados. Con la RTM se aumenta la ingestión, se mejora la salud ?particularmente la del rumen?, se usan nuevos ingredientes en el diseño de las dietas y aumenta, considerablemente, la producción y las calidades de la leche en las vacas. Esta tecnología nace en un período donde los recursos naturales eran ilimitados y a bajo precio. Durante tres décadas la RTM cumplió el objetivo del mercado: maximizar la producción sin tener en cuenta los consumos. Para alcanzar la máxima producción en un rebaño se formula una RTM con la máxima concentración energética y proteica y con unos niveles muy altos de micro - macrominerales y vitaminas. Otra tecnología que ha impactado en el sector productivo es el nivel de información que se tiene de cada vaca. La vaca es el animal más monitorizado que existe. Se generan 20 datos "individuales" (IDB Individual Data Base) cada 8 horas, que suponen 1.800 datos al mes o 21.600 datos al año. Esta información permite localizar los puntos de mejora, tomar decisiones y efectuar cambios, y, posteriormente, valorar los resultados a diario. De la nutrición estática, a la dinámica La RTM ofrece a todas las vacas la misma dieta, independientemente de sus necesidades nutricionales, de aquí que yo la considere como una nutrición estática. Las necesidades nutricionales de una vaca son diferentes cada día, dentro de su ciclo productivo o lactación de 305 días. Estas necesidades individuales están determinadas por su producción de leche, sus calidades (grasa y proteína), el peso del animal, su edad, su estado reproductivo?, incluso por la temperatura exterior y otras variables externas, como su actividad. Cada vaca genera su curva de necesidades y tenemos tantas curvas como vacas en nuestro rebaño. Con la RTM se genera una infraalimentación en períodos cortos y, sobre todo y en períodos más largos, se genera una sobrealimentación. La vaca pierde mucho peso en la fase inicial y gana peso y deposita grasa corporal en el último tercio de la lactación, un período más largo. Junto al elevado coste económico que supone trabajar con un mismo nivel alimenticio para todas las vacas, este desequilibrio de aportes también origina desajustes corporales, que generan patologías en el inicio de cada ciclo productivo.
Si ajustamos los nutrientes a las necesidades individuales de cada vaca cada día estamos trabajando con una nutrición dinámica (Dynamic Feeding). Aprovechando las dos tecnologías mencionadas, RTM e IDB, el software Optimazer procesa toda la información con algoritmos y cálculos, para trabajar con una RTM con menor densidad energética y proteica, y ofrecer a cada animal una mezcla de concentrados individual (MCI) que suministre, individualmente y cada 8 o 12 horas, los nutrientes que cada animal necesita para cubrir sus necesidades después de comer su RTM. Junto al beneficio biológico para el animal, económicamente podemos hablar de un ahorro de 600-700 gramos de proteína bruta al día y 3 megacalorías. Con el impacto económico positivo también hay un impacto medioambiental positivo. De una lista de varios elementos químicos que, administrados en exceso, impactan negativamente en nuestro medio, podemos mencionar que se reducen 100 gramos de nitrógeno y 35 gramos de fósforo por vaca y día. Nos pueden parecer números pequeños, pero si los multiplicamos por la población mundial de vacas lecheras, alrededor de 265 millones (fuente: FAOstat 2012) las cifras son desorbitantes. Implementando la nutrición dinámica, es decir, individualizando el manejo nutricional de nuestras vacas, podremos destinar decenas de miles de hectáreas a producir más alimentos y otros recursos para los humanos, porque no serán necesarias para alimentar a nuestras vacas. Como conclusión, este es un ejemplo más de cualquier proceso productivo que quiera ser sostenible en las próximas décadas. No basta con producir mucho y producir un buen producto, además de eso el futuro nos exigirá que sea sostenible.
Desde 2007-08 el sector de la producción de leche entró en el mercado globalizado, con precios mundiales tanto de leche como de ingredientes con una volatilidad que antes tampoco existía. El axioma del sector durante muchas décadas: "más producción, más beneficios" desaparece y el sector vive períodos de "más producción, más pérdidas". Aparecen mercados emergentes como grandes consumidores de lácteos y también como grandes consumidores de recursos naturales al desarrollar y ampliar su propio sector de producción. China y el Sudeste Asiático impactan mucho en los mercados. Recursos que sufren, repentinamente, cambios de hasta un 50 % en sus precios o recursos, con limitaciones de disponibilidad en algunos períodos. Vivimos una realidad donde sigue creciendo la demanda tanto en alimentos como en recursos. El mundo sigue sediento de leche y aunque la producción mundial se haya triplicado tenemos un 14 % menos de leche producida por persona que en 1960. En las últimas décadas se han desarrollado e implementado grandes tecnologías en el sector productivo agroalimentario, logrando triplicar en muchos casos la producción. El nuevo reto de nuestro futuro inmediato es otro: "producir más con menos". La ciencia y las nuevas tecnologías deben priorizar este objetivo sin demora.