El factor suelo se está convirtiendo, como ya lo son el agua y al aire, en uno de los más importantes para la actividad agraria, dada la creciente escasez, valga la paradoja, de tierras cultivables fértiles que, a la vez, sean productivas y sobre todo rentables. El valor de este insumo está, por tanto, fuera de toda duda, como lo demuestra la demanda al alza de los fondos de inversión y de capital riesgo. Su precio, en cambio, al menos en la Unión Europea, es múltiple y dependiente de otros muchos factores.
Las diferencias de los precios de las tierras agrícolas cultivables en los distintos Estados miembros son bastante grandes, según los últimos datos de la Oficina Estadística de la Unión Europea (Eurostat), que analiza la evolución en 19 de los 27 Estados miembros. Ello es debido a múltiples factores que determinan variaciones de hasta veinte veces entre unos y otros países.
Por lo general, los precios de este insumo muestran una tendencia al alza en los últimos años y en 2021 la media se situó en un amplio abanico de entre 3.661 euros por hectárea de Croacia y los 71.225 ?/ha de Holanda (2020), mientras que por regiones, las Islas Canarias tuvo la hectárea más cara de Europa en 2021 , con una media de 120.477 ?/ha, debido principalmente al cultivo de la platanera y a la escasa dimensión de las explotaciones, mientras que la región sueca de Övre Norrland es donde fue más baja, con apenas 1.882 ? por hectárea.
Eurostat recalca que el precio de las tierras de cultivo depende de múltiples factores, entre los que están las leyes de cada Estado en este ámbito; factores regionales, como el clima, la proximidad a infraestructuras de comunicaciones; los elementos relacionados con la productividad, como la calidad del suelo, su pendiente o su drenaje, o la disponibilidad de agua para riego, así como la relación entre la oferta y demanda de este medio de producción, incluida la influencia que pueden ejercer las normas sobre la propiedad por parte de compradores foráneos. Todo sin olvidar que en el precio de este insumo puede ser determinante también el uso que se haga del mismo para otros fines distintos a los propios de la producción agrícola o de aprovechamiento ganadero.
Comprender los precios y las rentas de las tierras es un elemento clave para comprender también las perspectivas futuras de la agricultura, apunta Eurostat.