Recientemente la Comisión de Agricultura y Desarrollo Rural (ComAgri) del Parlamento Europeo presentó un interesante estudio de investigación sobre “El impacto de los fenómenos climáticos extremos en la producción agrícola de la Unión”, que pone énfasis en cómo el propio sector está decidiendo ya soluciones de adaptación en medio de posibles respuestas políticas para hacer que la agricultura sea más resiliente al cambio climático.
Este es asunto cada vez de más de candente actualidad, ya que fenómenos extremos, como las olas de calor o de frío, lluvias torrenciales, inundaciones, sequías, incendios forestales e intensas tormentas de viento y granizo…suceden cada vez con mayor ocurrencia y en menor espacio de tiempo, siendo el sector agrario, que tanto depende de la evolución meteorológica en sus cosechas, una de las víctimas más propiciatorias y a quien se le pide también más esfuerzos, no acompañados de mayores o suficientes recursos para poder hacer frente a estas adversidades
Como se señala en una sinopsis del estudio, “el cambio climático puede influir en la frecuencia y la gravedad de los fenómenos extremos, siendo esta atribución especialmente evidente en el caso de las olas de calor. Las tendencias históricas y las proyectadas en la sucesión y gravedad de los fenómenos extremos convergen hacia escenarios parecidos; es decir, en un aumento de las temperaturas extremadamente cálidas en verano en toda Europa, en condiciones progresivamente más secas en el Sur y en un aumento de los episodios de lluvias intensas en el Norte y Centro europeos.”
Tal es así, que cada vez preocupa más la magnitud de estos aumentos. Las proyecciones que se barajan indican que el número de días de las olas de calor climatológicas se multiplicará al menos por cinco para finales de siglo en los climas más fríos y hasta por treinta en los climas más cálidos, pudiendo triplicarse la gravedad de las sequías en el Sur de Europa para finales de siglo.
En la actualidad, las sequías representan más del 60% de las pérdidas específicas del sector agrario, es decir unos 5.000 millones de euros anuales (Naumann y cols, 2021), pero lo peor es que esta tendencia se prevé que aumente en el futuro.
Los fenómenos extremos tienen también un “efecto cascada” en las funciones ecológicas y en la economía agrícola, siendo los subsectores más vulnerables los cereales de secano y, en concreto, el maíz, como se vio en la última campaña en la Unión Europea; los árboles frutales y las plantas perennes, así como los tubérculos cultivados en regiones con episodios extremos de lluvias y la ganadería por su dependencia de los forrajes, se indica en el estudio.
Pero, ¿existen soluciones de adaptación para que el sector agrario sea más resiliente al clima? En el estudio se da cuenta de varias alternativas en apoyo de la actividad de los agricultores y del mantenimiento de su productividad. Otra cosa es que éstas sean viables (rentables y competitivas), suficientes y puedan ser aplicables con el apoyo que recibe actualmente el sector agrario.