Hace escasos días, el Ministerio de Asuntos Económicos y Transformación Digital, el Banco de España y la Agencia Tributaria publicaron los resultados del primer informe trimestral del Observatorio de Márgenes Empresariales, incluidos los del sector alimentario, cuyo objetivo es el de mejorar el conocimiento sobre su evolución y sus implicaciones para el conjunto de la economía.
Se trata, no obstante, de una visión agregada que da una idea general de cómo han evolucionado durante un tiempo los márgenes empresariales, pero sin entrar al detalle sobre su evolución en un producto o grupo de productos.
El Observatorio compila indicadores cualitativos y cuantitativos para aumentar la información disponible sobre los márgenes empresariales, permitiendo al analizar su evolución hacer un seguimiento más completo y actualizado sobre los mismos, lo que puede influir también en la evolución futura de la inflación, del empleo, de la inversión y de la competitividad internacional de nuestro país.
En el informe se constata que los márgenes empresariales se redujeron sensiblemente en nuestro país en 2020, el año central y más difícil de Covid, para la mayoría de las ramas de actividad, en particular en los sectores más afectados por esta pandemia, en los sectores energéticos y en los sectores de la cadena agroalimentaria.
Se advierte que los resultados de este primer trabajo del Observatorio ponen de manifiesto que los márgenes empresariales presentan en nuestro país una “extraordinaria heterogeneidad”, tanto entre los distintos sectores, como entre empresas de un mismo sector (a lo que habría que añadir por nuestra parte en el sector agroalimentario, entre los diferentes eslabones de la cadena de valor). Esta heterogeneidad, según estas entidades, “ha de interpretarse con cautela, en la medida en que estaría reflejando un amplio abanico de factores cuyo impacto diferencial es difícil de precisar.” Ahí lo dice todo.
Entre esos múltiples factores estarían aspectos en términos genéricos que engloban cuestiones como la relación capital/trabajo en el proceso productivo, la intensidad de las actividades de innovación, la vocación exportadora, la posición sectorial en la cadena de valor en la producción de bienes y servicios, el grado de integración vertical en las empresas del sector, la regulación sectorial o la presión competitiva.
Además, se señala que, dentro de un mismo sector, existen empresas con márgenes muy elevados y empresas con márgenes muy reducidos, incluso negativos. Un hecho que, según se indica, podría explicarse en parte por la existencia de subsectores muy diversos dentro de un determinado nivel de agregación sectorial, pero que también sería reflejo de diferencias relevantes en cuanto a la productividad, antigüedad, situación financiera o poder de mercado de cada una de las empresas del sector.
Desde mediados de 2021 y durante buena parte de 2022, el encarecimiento de las materias primas energéticas y no energéticas tuvo un impacto negativo muy acusado en los márgenes de los sectores de la cadena alimentaria –de cerca del 25%-, y particularmente sobre la industria agroalimentaria –con una reducción del 40% aproximadamente-.
Se desconoce aquí si se entiende y se incluye como industria agroalimentaria solo la destinada a la transformación de productos/materias primas primarias o también a los bienes del sector productor agroalimentario que, sin duda y en muchos casos, se vio afectado con reducciones porcentuales de márgenes incluso mucho más elevadas.