Aunque cada año se celebra una, pocas conferencias sobre el clima han despertado tanta expectación como la COP26. La razón tiene mucho que ver con la emergencia sanitaria provocada por la pandemia de la COVID-19, que ha paralizado durante dos años prácticamente cualquier negociación relacionada con este tema. A partir del 31 de octubre, estas negociaciones se retomarán en la Conferencia del Clima número 26 (COP26), que tendrá lugar en Glasgow (Reino Unido) hasta el 12 de noviembre.
En esta cumbre, auspiciada por la ONU, hay mucho en juego. Lo más importante será, sin duda, arrancar compromisos a los más de 200 países que participarán en la COP26 para que aceleren en el cumplimiento del Acuerdo de París que firmaron en 2015.
Ningún compromiso que se alcance en la COP26 podrá salir adelante sin la financiación adecuada. Las medidas necesarias para convertirlos en realidad necesitan recursos que las respalden, sobre todo si se han de implementar en países vulnerables. En este sentido, ya existe un acuerdo por el que los países desarrollados se comprometen a financiar políticas sobre el clima en países en desarrollo con 100.000 millones de dólares anuales.
Solo el tiempo dirá si la COP26 se convierte finalmente en la cumbre en la que la humanidad decidió pisar el acelerador en su lucha contra el cambio climático. Los asistentes tienen muchos frentes abiertos sobre los que trabajar, pero también muchas posibilidades para asegurar el futuro del planeta y sus habitantes.