La coyuntura vitivinícola internacional se vio afectada durante el pasado año por la situación económica general, destacando factores como las crecientes tensiones inflacionistas, la invasión y la guerra de Rusia en Ucrania, que derivó en un desmesurado incremento de los costes de producción energéticos y de materias primas y, a su vez, en una crisis de suministros y en problemas de logística comercial.
Todo ello, según la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV) en su análisis anual, elevó los precios del vino, en un contexto bastante estable de superficie y producción, y tuvo como consecuencia un descenso, no demasiado pronunciado, de los volúmenes de comercialización y consumo de vino durante el pasado año.
Como recalcó en la presentación del informe el director general de esta organización intergubernamental, Pau Roca, “afrontamos una situación inédita, con dificultades en el comercio y un incremento de los precios. Tenemos que adaptarnos a esta nueva situación que parece que podría continuar en los próximos años.”
La inflación provocó el pasado año, por ejemplo, un incremento del 30% del precio de las botellas de vidrio y de las etiquetas; un 20% de los corchos y del alambre que cierra los vinos espumosos y un 45% de las cajas de cartón, afectando a su demanda.
El incremento del precio unitario de cada botella fue bastante superior al recorte del volumen comercializado, dando lugar a un incremento del valor del vino, que alcanzó una cifra de récord no alcanzada hasta ahora de 37.600 millones de euros, un 9% más que en el año 2021.
Después de las fuertes restricciones del comercio mundial de vino en 2020, año central de la pandemia de Covid, y la importante recuperación en 2021, podría pensarse que la tendencia al alza iba a continuar. La guerra de Ucrania, a finales de febrero del pasado año trastocó, sin embargo, todas las previsiones y afectó al volumen comercializado globalmente, que bajó un 5%, hasta los 107 millones de hectolitros, pero en cambio no al valor, al aumentar un 15% el precio medio unitario del vino exportado.
Italia continúo durante el pasado año siendo el mayor exportador mundial de vino, con 21,9 millones de hectolitros (-1%), relevando en ese primer puesto a España, con unos 21,2 millones (-10%) y Francia, con 14 millones (-5%). Entre los grandes países productores, sólo los oceánicos, Australia (6,4 millones de hectolitros, un 1% más) y Nueva Zelanda (3 millones, un 4% más) lograron elevar sus volúmenes de ventas al exterior.
En valor, Francia continuó a la cabeza, con una factura exportadoras de 12.300 millones de hectolitros (+11%), casi un tercio del total mundial, seguido por Italia, con 7.800 millones (+10%) y España, ya lejos, con cerca de 3.000 millones (+3%).