Sostenibilidad

¿Cómo afecta el cambio climático a la viña?

11/10/2021

El cultivo de la vid es resistente y adaptado al territorio mediterráneo, caluroso y árido. En Cataluña, ocupa 53.000 hectáreas, que equivalen al 3% de la superficie agrícola, y genera 189 millones de euros. Sin embargo, no es impasible a la subida de temperatura, a las olas de calor más frecuentes o las lluvias torrenciales que vivimos los últimos años.


Los estudios científicos demuestran que el cambio climático está alterando su ciclo natural, en el proceso de maduración de la uva, por ejemplo, la hace más vulnerable a las plagas y, lo que da más miedo, puesto que dificulta el cultivo de algunas variedades en zonas concretas y podría cambiar el paladar de algunos de nuestros mejores vinos. Ante este escenario poliédrico, donde se pone en juego un paisaje, un producto, una economía, una tradición y toda una experiencia vital, el Instituto de Investigación y Tecnología Agroalimentarias (IRTA) y el centro en ecología CREAF, dos centros de investigación catalanes, exponen sus experiencias para contribuir al futuro de la viña en Cataluña. Cada uno desde perspectivas diferentes, pero con unos datos y un conocimiento complementario que el sector vitivinícola ya ha puesto en práctica.


La viticultura viene marcada principalmente por una especie de planta, la vid (Vitis vinifera), pero la uva resultante puede ser de muchas variedades y clones, que a su vez se combinan con diferentes portainjertos. Por ejemplo, en España es frecuente la garnacha, tempranillo, albariño sobre todo en Galicia, el o la verdejo. Otras variedades son más específicas y es más difícil encontrarlas, como ocurre con la trepat, una variedad autóctona de la Conca de Barberà, o la cariñena blanca de la DO Empordà o la Picapoll de la DO Pla de Bages, entre otros, que también podemos encontrar en diferentes DO según sus necesidades edafoclimáticas. Si estas condiciones cambian, algunas viñas no vivirán bien en algunas regiones y nos encontraremos ante uno de los principales efectos del cambio climático: que el aumento de temperaturas y las nuevas condiciones climáticas afecten la regionalidad de cada variedad. De hecho, esto no sólo pasaría en variedades con una regionalidad tan especial como el trepat, la Cariñena blanca, el picapoll, etc., sino que es un hecho generalizado: las zonas climáticas ideales de la mayoría de variedades son, en general, específicas y, por tanto, son más susceptibles que otros cultivos a los cambios que se dan en el clima a corto y largo plazo.


En el proyecto LIFE MIDMACC, que coordina el CREAF, los investigadores del IRTA estudian la adaptación de la viticultura en la montaña media. En concreto, estudian como el proceso de implantación de la viña y diferentes prácticas agronómicas como el uso de cubiertas vegetales, la plantación en terrazas o costeros, la conducción en vaso o espaldera, afectan a la dinámica del agua en el suelo, a las sus características fisicoquímicas y la diversidad microbiana. Estos estudios se llevan a cabo en el Empordà, en colaboración con la Bodega Cooperativa de Espolla y Espelt Viticultors y en la Cerdanya con Llivina, con experimentos replicados en La Rioja.