Emociones agrarias

Carmen Quintanilla Presidenta nacional de AFAMMER

11/01/2021

El azar o la casualidad han querido que justo antes de ponerme a escribir este artículo para "Emociones agrarias" me haya encontrado con un artículo de hace unos años titulado "Quiero quedarme en mi pueblo". En este reportaje aparece el grito de desesperación de diferentes mujeres que nacieron y se criaron en el medio rural y que, tras marcharse a estudiar a la ciudad, lamentan no poder volver al pueblo que las vio nacer y poner en valor todo lo que han aprendido. No pueden hacerlo por la escasez de servicios y la falta de oportunidades que su propio entorno les niega.
Tras leer este artículo mi mente ha viajado a los primeros años de la democracia española, a un momento en el que, a pesar de que comenzaban a respirarse aires de cambio y de libertad, todavía se vulneraban los derechos de las mujeres porque no había dado tiempo a que el ordenamiento jurídico pudiera otorgarles los derechos necesarios para vivir con la misma igualdad de oportunidades.
Conscientes de esta situación, en 1982, cuando tan solo habían pasado cuatro años de nuestra Constitución, recorrí los pueblos de España y junto a un pequeño grupo de mujeres fundamos la Asociación de Familias y Mujeres del Medio Rural (AFAMMER).
Han pasado 38 años desde que comenzamos a romper los estigmas y los estereotipos en torno a la mujer rural, doblemente discriminada por el simple hecho de ser mujer y también por vivir en un entorno como el rural, en el que las oportunidades siguen siendo menores que en las ciudades.
Es cierto que hemos conseguido dar grandes pasos y que hoy la mujer rural ya no es invisible. Estos años de serio y duro trabajo han hecho que AFAMMER sea un referente indiscutible en el medio rural y que hoy las mujeres rurales formen parte de la agenda política de los gobiernos y estén reconocidas por los más altos organismos internacionales.
Sin embargo, todavía queda un largo camino por recorrer, pues aunque hoy las mujeres rurales jóvenes están más formadas que sus madres y abuelas, están abandonando sus pueblos porque no tienen oportunidades para acceder a un puesto de trabajo y porque a la hora de conciliar su vida laboral y familiar tienen menos recursos por la escasez de guarderías, colegios, residencias para mayores, centros de día, etc.
En este sentido he de reconocer y agradecer a AgroBank por haber entendido que tenemos que contar con el liderazgo de las mujeres y darles las oportunidades en la vida social, económica y política que por justicia les corresponden si queremos acabar con el grave problema de la España vaciada.
Para nosotras AgroBank es una entidad de gran prestigio que ha vertebrado el mundo rural y está cerca de los agricultores y ganaderos, y estamos seguras de que gracias al convenio que hemos firmado conseguiremos potenciar la figura de las mujeres rurales para que sigan liderando la creación de empleo en el medio rural y abrir cauces que ayuden al desarrollo sostenible y económico del medio rural.
Además, con este acuerdo contribuimos al objetivo número 5 de Desarrollo Sostenible planteado en la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, que busca lograr la igualdad entre los géneros y empoderar a todas las mujeres y niñas.
Se trata de unos objetivos que no podemos dejar de lado a pesar de que en estos momentos seguimos sufriendo las consecuencias de la pandemia del coronavirus. Una pandemia que ha aislado todavía más a nuestros pueblos y ha sacado a relucir las enormes diferencias de género y las brechas existentes entre los habitantes del medio rural y el urbano, pero que, por otro lado, ha hecho que toda la sociedad mire hacia el medio rural como el lugar que hace posible que podamos contar con alimentos sanos y seguros en nuestra mesa, y también tener una vida saludable y contribuir al mantenimiento de nuestra diversidad, pues perder nuestro mundo rural es perder nuestra identidad.
Por ello, me gustaría recordar que en los momentos más duros del confinamiento cuando gran parte de la actividad económica se paralizó, la agricultura, la ganadería y la pesca siguieron funcionando. Y tampoco se paralizó el trabajo de AFAMMER, pues las mujeres que formamos parte de esta organización hemos seguido trabajando por el bienestar de toda la sociedad rural, conscientes de que teníamos que estar a su lado cuando más nos necesitaba.
Sigamos avanzando por construir un mundo rural más justo, más igualitario y de futuro.