El conflicto Rusia-Ucrania está teniendo múltiples consecuencias para la economía. Ya vimos cómo en las primeras semanas de ofensiva, la volatilidad reinó en las bolsas, subieron los precios de la energía y se produjo una serie de efectos que impactaron en la economía mundial.
Pero, más allá de los cambios a nivel macroeconómico, la guerra está dejando su huella en la economía del día a día. Esta se está viendo afectada por la alteración de la relación comercial con Rusia y Ucrania, que hace mella, sobre todo, en materias primas y bienes de consumo.
El aceite de girasol que consumimos se produce a partir de pipas de girasol que provienen de Ucrania y Rusia, los dos primeros países productores y exportadores de esta materia prima en el ámbito mundial. España también produce aceite de girasol, pero su volumen no es suficiente para saciar la demanda interna.
El 70 % del aceite que se usa en España para la producción nacional de galletas, pasteles o bollos procede de Ucrania, informa La Vanguardia. Con el inicio de la guerra y ante la escasez de aceite de girasol, las fábricas españolas ya han avanzado que solo tienen stock de aceite para entre dos y cuatro semanas.
España es el mayor importador de maíz de la Unión Europea (UE). Casi un tercio de nuestras importaciones proviene de Ucrania, el cuarto país del mundo en exportaciones de este cereal. Ese maíz se trata en España y con él se producen piensos que sirven para alimentar al ganado y que también se exportan a otros países de la UE.
La guerra de Ucrania ha disparado el precio del maíz: de principios de 2022 al 12 de marzo, el incremento del precio en el mercado de maíz (Chicago) ha sido del 30 %. Ante la imposibilidad de traer maíz de Ucrania, España ha de buscar otros proveedores y establecer otras rutas de suministro.