Garantizar comida para la población y que los alimentos sean seguros son dos retos que afronta la industria agroalimentaria en los últimos meses a causa, principalmente, del contexto geopolítico actual en el este de Europa. Food 4 Future ? Expo FoodTech 2022, la gran cumbre tecnológica para todos los actores de la cadena de valor del sector de la alimentación, ha analizado con Roy Kirby, experto en seguridad de producto y partner de FoodsafeERM, y Judit Montoriol, Lead Economist de Caixabank Research, el impacto que está teniendo el conflicto en Ucrania en el sector y cómo está afectando a los métodos globales de control y trazabilidad para garantizar el buen mantenimiento de la cadena alimentaria.
Actualmente, según los datos presentados por Caixabank Research en Food 4 Future 2022, la industria alimenticia está en un aumento de sus costes histórico. Por un lado, las tarifas de la energía han alcanzado sus cotas máximas este año; mientras que por otro, los precios de materias primas han llegado a duplicar su precio en los últimos meses, debido a que Rusia es uno de los principales productores y proveedores del sector agrifood.
En la parte positiva, según ha anunciado Judit Montoriol, está que la escalada de los precios de la energía ya ha llegado en su punto máximo, de modo que la única solución está en su bajada paulatina. Así, la tendencia es que los costes permanezcan por encima de los que se registraban antes del conflicto en Ucrania de cara a este 2022 y 2023, aunque no se superarán los precios máximos a los que se llegó en 2021.
Entre las materias primas, sin embargo, los expertos confirman que tanto cereales como aceite de girasol seguirán afectados por la guerra, e insisten en que la industria conservera ha de buscar un sustituto para este tipo de grasas. Entre las alternativas que se barajan está el aceite de palma, pero como ha afirmado Caixabank, Indonesia, uno de los grandes productores de este producto, está poniendo límites a las exportaciones. Otro de los riesgos apuntados por la entidad bancaria es el impacto del conflicto en la alimentación animal, que también puede provocar un incremento de precios del producto final.