Según el Estudio Fundacional de Sostenibilidad de Kantar, realizado en 35 países a más de 35.000 consumidores, la sostenibilidad está muy presente en la mente del consumidor; sin embargo, el estudio también deja claro que no será él quien lidere la transformación, sino que lo hará el empuje regulatorio de las instituciones y las iniciativas creadas desde las marcas. De hecho, 6 de cada 10 consumidores europeos opinan que la sostenibilidad no es su responsabilidad, sino que depende de las empresas.
Así, el consumidor siente que son las empresas y marcas las que deberían asumir la responsabilidad de abordar los problemas de la sociedad en el entorno de la sostenibilidad y el 60 % opina que las empresas deben hacer sacrificios comerciales para poner fin al racismo, la xenofobia y otras formas de odio, incluso a costa de perder una marca, iconos publicitarios o negocio. Además, un 51 % cree que las marcas tienen un papel importante que desempeñar en la conversación social sobre temas como la igualdad de género y la raza o las relaciones con los inmigrantes. En línea con esto, el consumidor también está dispuesto a castigar a las marcas que no considere sostenibles y un 42 % ha dejado de comprar productos o servicios por su alto impacto ambiental.
El estudio muestra además cómo la manera de abordar por parte de las marcas la sostenibilidad deberá realizarse con cierto cuidado, para superar el cinismo que se ha instaurado en la mente de los consumidores. Al 65 % le preocupa que las marcas estén implicadas en problemas sociales sólo por razones comerciales.
Los datos del estudio revelan que, si bien algunas personas están realmente comprometidas con la sostenibilidad, todavía necesitan una ayuda para cerrar la brecha entre lo que opinan y lo que luego realmente hacen, el llamado Value Action GAP.
El 82 % de los consumidores europeos declara que, cuando compra, su prioridad es ahorrar dinero más que salvar el planeta, y un 51 % quiere hacer más para ser más consciente del planeta y el medio ambiente, pero sus prioridades diarias se ponen por delante.
A estas barreras de conveniencia se unen otras más del ámbito del precio (un 75 % piensa que los productos sostenibles o éticos son siempre más caros) y de falta de información: el 70 % piensa que no tiene suficiente información sobre cómo de éticos o sostenibles son los productos.
Encontramos, además, que todavía se reconocen muchos comportamientos no sostenibles: el 73% de las personas todavía están comprando productos nuevos en lugar de optar por los de segunda mano, el 71 % adquiriendo productos preenvasados en lugar de ir a la compra con envases rellenables, y un 65 % se mueve en coche, en vez de caminando o en transporte público.